viernes, 22 de mayo de 2020

El polvo

El polvo

Había una vez, una de esas tantas veces que venían habiendo un pequeño cuerpo sin vida tan pequeño que se acercaba al tamaño de un quark, andaba de acá para allá y de allá para acá. Andaba en la monotonía de las multitudes sin control sobre si mismo y tan solo observaba que lo mismo les pasaba a sus semejantes. Sentía en su interior que había algo más o quizás otros más como él, no iguales pero parecidos, más grandes más pequeños, pero jamás iguales, provenían de distintos orígenes y direcciones, y que quizás como él no encontraban un lugar en el mundo, lo que los condenaba a ser arrastrados de un lado para el otro. Este cuerpo sin vida se reusaba a seguir su llamado a ser algo más de lo que era un pequeño cuerpo sin vida tan pequeño que se acercaba al tamaño de un quark.

De momento, sin darse cuenta con el pasar de los soles y lunas en cierta oportunidad encontrándose en la multitud alguien le hablo y le dijo: estoy seguro de que tienes con que para ir a los lugares que he transitado, solo tienes que confiar. Fíjate, seguro mañana volverá a pasar lo de todos los dias, amanecerá seremos multitud y luego nos separa el viento, así que esto es lo que tienes que hacer, una vez en el aire cierra los ojos y abre la imaginación no será fácil y eso será la señal que vas por buen camino.

Y así fue… amaneció, los juntaron en un morrito y juas … al aire, aquella partícula cerro sus ojos y se dispuso a imaginar. Y pasado unos cuantos segundos… una vez más estaba allí en la soledad del asfalto, había un ambiente húmedo, toda la noche había llovido. Se encontraba rodeado de sus semejantes, ahora un poco más dispersos ya no eran aquel morrito de la mañana. Se escuchaban gritos de desolación, de locura de egocentrismo… sin darse cuentan esos eran sus peores enemigos… aquellos que se habían conformado en ese devenir y venir de la vida.

¿Qué paso? Pues se sin darse cuenta se resignó y volvió a entrar en el circulo de todos los dias… una vez más, alguien los juntaba y juas, al aire… pero este pequeño cuerpo sin vida tan pequeño que se acercaba al tamaño de un quark algo le había cambiado, cada vez que estaba en el aire cerraba los ojos y abría la imaginación. Empezó a practicar ese secreto sin saber su veracidad. Hasta que un día, imagino tanto que logro llegar a estar donde había imaginado, aquel lugar estaba más allá de la libertad, y eso lugar se llama la serenidad.

Allí disfruto de su naturaleza, encontró que luchar con lo impredecible es tarea sin fin encontró la adaptación y eso lo llevo a la plenitud, viajo con un organismo vivo y conoció una vez mas la soledad, paro ahora la disfrutaba, hacia aquel ejercicio de cerrar los ojos e imaginar y eso le permitió disfrutar del tiempo y el espacio sin renegar, tuvo vida… se convirtió en ser humano y una vez allí influyo para que cada partícula de ese organismo creara conciencia que debía aprovecharla al máximo pues como el en algún momento volvería a ser eso… un pequeño cuerpo sin vida tan pequeño que se acercaba al tamaño de un quark.

Este es el cuento del polvo que todas las mañanas cuando ordeno bien el día barro en el lugar de mi habitación.